Las placas solares bajo un sol de justicia española
Las placas solares son una solución energética amable con el medioambiente que representan potenciales beneficios para su uso particular y doméstico. Bien, en su formato térmico, para generar calor y calentar agua directamente en los hogares; bien, como placas fotovoltáicas, para producir energía eléctrica con el mismo fin y a pequeña escala.
En la actualidad, las placas solares térmicas son las que ofrecen en España una solución más ajustada a las necesidades de las familias y de las pequeñas empresas, por su utilidad para generar agua caliente y calefacción, y por su rentabilidad.
Las placas solares fotovoltáicas, en cambio, han dejado de ser una opción rentable para el autoconsumo eléctrico en los hogares españoles y para las pymes desde el momento en el que se paró en seco su difusión con un Real Decreto del Ministerio de Industria, Energía y Turismo de 2013, que penalizó con una tasa la producción de electricidad basada en la energía solar a pequeña escala.
Una energía disponible que podía ser vendida por los particulares a las operadoras eléctricas bajo un precio fijado por el Gobierno español. La tasa impuesta en el decreto de 2013 hace que la energía eléctrica ordinaria producida por las eléctricas sea incluso más barata que la que se genera en los tejados de las viviendas y negocios particulares y con la energía fotovoltáica.
Pero, vayamos por partes, veamos cada uno de los modelos de paneles solares, cómo se genera la energía y algunas de las ventajas, prácticas y teóricas. Las prácticas, resultado de su aplicación directa; las teóricas, como consecuencia de las condiciones impuestas por los cambios regulatorios comentados:
Placas solares térmicas
Las placas solares térmicas no tienen otra función que la de calentar agua para consumo o para dar calor a otro tipo de fluido específico. Son instalaciones muy populares y en España son ya parte del horizonte elevado de las viviendas. Sobre todo, debido a los requerimientos impuestos por el Código Técnico de Edificaciones español de marzo de 2006 que instó a producir agua caliente en los nuevos bloques de viviendas, con la luz del sol y como medio para implantar las energías renovables en el ámbito doméstico.
Se trata de una solución simple que se apoya en el principio del ‘efecto invernadero’ a pequeña escala. En las placas solares térmicas el sol incide sobre una placa que absorbe el calor que la difunde multiplicada a un circuito de agua que recorre su interior.
Los paneles solares de estos sistemas son extraordinariamente eficientes, calentando agua incluso en los días en los que no brilla el sol pero en los que se produce un mínimo de radiación solar. Hay que recordar que esta radiación es la que calienta el dispositivo y que no hay que confundir con el calor que experimentamos en un día soleado.
Las placas térmicas se comercializan en dos formatos básicos, las llamadas de captador plano y las de captador de tubo de vacío. Las de captador plano son las más habituales. En ellas, una red de tubos de vidrio lleva el agua en circuito y la calienta bajo la base del panel. Las placas solares de tubo de vacío son más eficientes, su diseño ofrece menos pérdidas de calor al exterior, pero también son más costosas.
Placas solares fotovoltáicas
Las placas fotovoltáicas son diferentes a las térmicas, no calientan agua directamente, sino que producen electricidad a partir de un denominado efecto fotoeléctrico por el que las células solares de los paneles tienen la propiedad de absorber la luz del sol y emitir electrones que el propio sistema se encarga de convertir en una corriente eléctrica utilizable.
Las solares fotovoltáicas están tramadas con placas que le dan un aspecto reticular a la superficie orientada al sol. Las placas utilizan el silicio como componente clave. Las células pueden fabricarse bajo tres fórmulas diferentes, como células de silicio, como monocristalinos o bajo una combinación de celdas policristalinas y amorfas.
Sin embargo, son las de silicio las que resultan más eficientes por lo que se refiere a la producción de energía eléctrica. Las policristalinas y amorfas combinadas son las que menos rinden. Se puede decir que también hay una relación directa entre precios y rendimientos, cuanta más energía eléctrica son capaces de generar más costosos resultan estos sistemas.
En la actualidad, las células fotovoltáicas de uso comercial tienen un rendimiento de alrededor del 20%, ésto es, por cada 1.000 kilovatios de energía solar que recibe el panel en su superficie, se producen 200 kilovatios por hora, todo, en condiciones ideales.
El bajo o muy bajo rendimiento de las placas solares fotovoltáicas convierte a estas aplicaciones energéticas en poco rentables o, en su caso, sus periodos de amortización son tan prolongados que las convierte en económicamente viables para determinados entornos. La gran esperanza para esta tecnología se cifra en el abaratamiento de sus componentes y en las mejoras exponenciales de sus rendimientos que anuncian su entusiastas defensores para el futuro inmediato. Y, por supuesto, en un cambio radical de las legislaciones.
En la actualidad una instalación de energía solar fotovoltáica, el llamado kit de autoconsumo puede costar alrededor de 500 euros para una producción básica. Sin embargo, la formalización de los permisos respectivos puede significar tres veces esa cifra. Dar de alta y legalizar un kit de autoconsumo debe contar con una memoria técnica, una licencia de obra, un contador homologado, una verificación del equipo y una inspección técnica de la compañía eléctrica.
No obstante, algunas comunidades autónomas ofrecen costes más bajos aplicando las legislaciones regionales de reglamentos electrónicos de baja tensión que en cualquier caso, sólo reducen a la mitad los gastos. Caso de no legalizarse, las multas pueden ir desde los 6 millones de euros a los 60 millones de euros.
Algunos ayuntamientos españoles han procedido a realizar descuentos en el impuesto de bienes inmuebles correspondiente a las viviendas en las que se hayan instalado los paneles solares fotovoltáicos de manera voluntaria y no en los complejos de viviendas que por ley están obligados a recogerlos.
Amortización
Antes del cambio reglamentario impuesto por le decreto del Ministerio de Industria que introdujo tasas sobre la generación de energía solar fotovoltáica, las instalaciones podían amortizarse en siete años o nueve años, por entre cuatro y seis años las térmicas. Ahora esos años calculados se han doblado.
Con la nueva regulación y la desaparición de las ayudas a las instalaciones, las bonificaciones por generación de energías limpias y las compras recogidas por ley, no existen más alternativas que el voluntarismo personal por generar la propia energía que se consume dentro de una ética conservacionista.
Porque rentabilidad, lo que se dice rentabilidad, como no se han cansando de recordar las asociaciones de productores particulares de energía fotovoltáica doméstica: ‘Cero sobre cero’.